Nueve meses después, aprovecho una
crecida ordinaria del Ebro para volver de mi silencio. Hablar de ríos me parece
incluso frívolo cuando tendríamos que estar protestando y luchando contra la
involución democrática, contra tantos ladrones y sinvergüenzas,
contra los másteres falsos, contra los delirios de algunos jueces, contra los
medios que callan, contra los que desprecian la educación pública y la investigación, contra los que obstaculizan cada día más
nuestros derechos a decidir y a expresarnos libremente.
Cuidado, quizás estoy hablando más de la
cuenta. Voy a volver a centrarme en los ríos. Y hoy toca hablar de la crecida
del Ebro. Es ordinaria, unos 3 años de periodo de retorno, normalita,
extraordinariamente buena para limpiar el río, dinamizarlo, renovarlo. Esta vez
no he podido ni he querido intervenir en los medios, la he seguido desde la
barrera. Y estoy contento porque he visto prudencia y racionalidad, incluso en
las declaraciones de los más radicales. Creo que se ha dado un paso a mejor
desde la crecida de 2015.
La crecida parecía que venía
extraordinaria. Mejor, porque así se ha prevenido y se ha actuado muy bien, con
anticipación, desalojando con tiempo a los ancianos de Monzalbarba, a las
urbanizaciones y construcciones alegales y a los animales de todas las granjas,
todo lo que falló en 2015. Muy oportuna también la suspensión de diferentes
actividades en Zaragoza, muy buena gestión en general. Habrá problemas con el
freático alto en edificios concretos, pero es inevitable, nos hemos metido en
el río y tenemos que apechugar.
Los recintos de inundación y las motas retranqueadas han funcionado muy bien en la Ribera Alta y se ha producido una laminación considerable entre Castejón y Zaragoza. No así aguas abajo de la ciudad, donde probablemente habrá daños mayores. Es hora ya de que la Reserva natural de los Galachos se convierta en la gran esponja de la Ribera Baja. Hay que eliminar las motas de este espacio protegido y convertirlo por fin en lo que justificó su declaración: un espacio para la dinámica fluvial.
Los recintos de inundación y las motas retranqueadas han funcionado muy bien en la Ribera Alta y se ha producido una laminación considerable entre Castejón y Zaragoza. No así aguas abajo de la ciudad, donde probablemente habrá daños mayores. Es hora ya de que la Reserva natural de los Galachos se convierta en la gran esponja de la Ribera Baja. Hay que eliminar las motas de este espacio protegido y convertirlo por fin en lo que justificó su declaración: un espacio para la dinámica fluvial.
Los medios están dedicando mucha
información, como siempre. Me sorprende que un evento tan frecuente y tan
normal en la vida del río y de los ribereños siga siendo tan mediático. Eso sí,
como hay pocos daños, no está habiendo tanto dramatismo en las crónicas. Pero
ningún medio habla de los beneficios de la crecida, eso nunca. La idea general
es, como siempre, de “mala noticia”, cuando tendría que ser todo lo contrario.
La sociedad no ve todo lo bueno que nos trae la crecida, antes se solidariza
con los esta vez pocos afectados. En fin, siempre fue así y siempre será así.
Lo mismo que la fiesta de los zaragozanos asomándose a las orillas. Nunca tanta
gente en el río como hoy.
Una crecida en la que se ha vuelto a oir las palabras "drenaje", "limpieza" y "nosotros no hemos robado espacio al río". El día en el que se entienda cómo funciona un río y la importancia de estas crecidas igual, y sólo igual, dejamos de oirlas. Pero volvemos a lo mismo de siempre, cuando intentas explicar qué es lo que sucede con las llamadas "limpiezas" te tratan de idiota porque como no vives en la ribera...
ResponderEliminarEn esta crecida yo tampoco he salido a la palestra, Alfredo, sólo me he limitado a echarme las manos a la cabeza leyendo y escuchando barbaridades... En fin, he visto de nuevo en Gallur la grandeza de nuestro Río Ebro.
Me alegra volver a leerte por estos lares!
Un abrazo!!
Un abrazo María!!!
ResponderEliminarEs siempre lo mismo, por eso estamos tan quemados. Por mucho que expliquemos de los ríos es muy difícil llegar y sobre todo hay muchas mentes cerradas. Ánimo.
Me alegro de leerte. Hace falta mucha pedagogía, comunicación y márketing en la ciencia.
ResponderEliminarUn saludo ribereño. Aúpa!
Muchas gracias Bea. ¿Qué tal la crecida por San Adrián? Un abrazo
ResponderEliminarHola Alfredo, nada, normalita normalita, pero con lo de siempre, la suciedad de los ríos, las maderas muertas.. aunque con la suciedad algo de razón hay, ¡qué cantidad de plásticos y basuras!.
ResponderEliminarUn abrazo