martes, 2 de junio de 2015

Mularroya, los barquitos... absurdo, ridículo, insostenible

Vivimos rodeados de situaciones patéticas. El impacto de ambiental de Mularroya se ha declarado favorable. Un embalse que no sirve para nada, un despilfarro más de hormigón para los bolsillos de los de siempre. Y el río Grío destrozado. Mientras, se destroza también el cauce del Ebro en Zaragoza para que pasen de nuevo los barquitos. Seguimos haciendo el ridículo. Yo lo cuento, aquí, en cursos, en conferencias, en tierras próximas y lejanas, ante el estupor y la risa de los asistentes. Somos el colmo de la insostenibilidad, el mal ejemplo de los libros, el país de la chapuza, de la corrupción, del pelotazo, del hacer por hacer, del tropiezo permanente contra las mismas piedras, el país de una profundísima, interesada y fomentada desde arriba incultura ambiental.