“Dime con quién andas y te diré quién eres”. “Dime qué coche
tienes y te diré cómo eres”. “¿De qué pie cojeas?” “Dime cómo hablas y te diré
cómo piensas”. El vocabulario que empleamos nos delata: muestra nuestra
formación, nuestros sesgos profesionales, también nuestras manías y obsesiones.
Cuando escucho o leo las palabras árido y acarreo me pongo
enfermo. Y no puedo evitar pensar negativamente de quien las dice o escribe.
Sí, son palabras correctas del castellano, recogidas en el diccionario de la
RAE. El diccionario dice que árido es un “material rocoso natural empleado en
la argamasa” y que acarreo es “lo que se trae de otra parte por tierra o en un
carro”. No se habla de los ríos en estas definiciones, lo cual me tranquiliza. Sin
embargo, en el lenguaje ingenieril tradicional se emplean mucho estos dos
términos para hablar de los sedimentos transportados y depositados por los ríos
en su trabajo geomorfológico. Así, es frecuente encontrar las palabras “árido”
y “acarreo” en notas de prensa, artículos de periódico, charlas y mesas
redondas, y con ello en el lenguaje popular más habitual.Recomiendo tener mucha precaución con los que emplean estas dos palabras. Porque al que para referirse a sedimentos fluviales habla de áridos y acarreos “se le ve el plumero” claramente. Es una persona o colectivo que no aprecia las gravas, los sedimentos, la función natural de los ríos. Más bien los desprecia y los ve como recurso económico (árido) o como algo molesto o peligroso (acarreos).
Ojalá queden nuestros pobres ríos libres por siempre de las acciones de los que hablan de áridos y acarreos.
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