Pero el Pirineo central está sometido a fuertes presiones
que ansían sobreexplotar sus recursos, sobre todo de agua y de espacio. Primero
fueron los embalses, los aprovechamientos hidroeléctricos, las innumerables
presas para retener sedimentos, todo lo cual destruyó centenares de kilómetros
de cauces fluviales. La mayoría de los ríos pirenaicos sufren esas agresiones
como enfermos crónicos sin solución.
Luego llegó el “holding” de la nieve consumiendo también
agua y terreno. Este negocio, que dará sus últimos coletazos en próximas
décadas si se confirma el cambio climático, ya ha generado destrozos tan
obscenos como el de Espelunziecha, y está a la espera de poder hincar el diente
en proyectos temibles para nuestras montañas, como la ampliación de Cerler por
Castanesa. La última “gran idea” es la unión de las estaciones de esquí de los
altos valles del Aragón y del Gállego, unión planteada a través de espacios
protegidos de gran valor, fomentada y publicitada a bombo y platillo por el
gobierno autonómico y aplaudida por los medios de comunicación aragoneses y por
el clima general que se congratula de todo lo que sea crear riqueza y empleo a
costa de lo que sea.
A los que amamos estas montañas este proyecto nos genera una
muy honda preocupación. Como a mi colega el gran geógrafo Eduardo Martínez de
Pisón, que hace unos días nos envió el breve artículo de opinión firmado por D.
José María Sanchis Bielsa, que adjunto a esta entrada, un artículo que nos alerta
sobre un peligro nuevo a añadir a nuestro Pirineo, el de la moda interesada de
las carreras de montaña.
Demasiadas preocupaciones para un universo pirenaico
tan frágil y para los que queremos conservarlo para las generaciones futuras.
Compartimos preocupaciones. Casi todas estas amenazas tienen su origen en un doble error de la mentalidad de los responsables de la gestión pirenaica. El primero es no ver la fragilidad de la que hablas y entender el Pirineo como un espacio natural salvaje al que hay que dominar, como si habláramos de la inmensidad de Alaska. El segundo es creer que el "equilibrio socioeconómico" al que aluden todos los planes urbanísticos (incluso los planes de los Espacios Naturales) es buscar la proporción más ventajosa entre la explotación del medio y el beneficio económico. El precio SIEMPRE es medioambiental. Sólo así se argumenta que sea necesario sacrificar el medio para conseguir riqueza y pocas veces se plantea que la riqueza es el propio medio natural.
ResponderEliminarEn fin, no quisiera vivir agónicamente los Pirineos así que disculpa el pesimismo del comentario. Entradas como la que acabas de hacer nos ayudan a mantenernos atentos y con la alegría del que se sabe bien acompañado. Gracias Alfredo.
Muchas gracias a ti, Jaime, por tu acertado comentario que enriquece una vez más este blog.
EliminarNos vemos en las jornadas del CIREF.