En las últimas semanas siguen insistiendo en los medios los
que aseguran que el cauce del Ebro se está elevando y que hay que dragarlo. Quiero comentar tres aspectos:
1)
Se está dando por hecho que es cierta esa
elevación del cauce, pero nadie ha expuesto todavía una prueba fehaciente de
ello. Se dice, por ejemplo, que se ha elevado el cauce en las secciones
concretas de las estaciones de aforo de Castejón y Zaragoza, pero son puntos
concretos (alejados casi 150 km de cauce entre sí) que nunca pueden
extrapolarse a tramos. También comentan muchos ribereños la acreción de barras
de sedimentos locales en sus pueblos, pero no dejan de ser barras puntuales,
que es lógico que crezcan en cada crecida, paralelamente a l proceso inverso
(incisión) en el mismo lugar en la orilla opuesta. A esas observaciones de
acreción podemos añadir otras tantas de incisión: un ejemplo constatable es el
del puente de Buñuel.
2)
Si fuera cierto que de forma generalizada se
está asistiendo a una acreción o elevación del lecho, no cabe duda de que el
factor es antrópico y consiste en la continuidad y la excesiva proximidad de las
motas de defensa en ambas márgenes, motas que no permiten una distribución de
sedimentos por toda la llanura de inundación, sino que la restringen al espacio
inter-motas. Por tanto, la solución nunca sería dragar, ya que no se
solucionaría el problema y habría que estar dragando constantemente. La única
solución viable sería echar atrás las motas, alejarlas todo lo posible del
cauce menor o bien eliminarlas. Por el contrario, no es solución colocar
compuertas en las motas para expandir selectivamente la inundación, ya que por
esas compuertas entrará caudal y sedimento fino, pero no sedimento medio y
grueso. No queda otra que quitar las motas.
3)
En intervenciones en los medios se están
tergiversando los datos reales de superficie inundada, tratando de demostrar
que “actualmente con menos caudal se está inundando igual o más espacio que en
crecidas del pasado”, argumento que conduce también a solicitar el dragado.
Pero esto es totalmente falso. En el tramo aragonés del Ebro la crecida de
1961, con 4.130 m3/s en Zaragoza, inundó unas 35.000 hectáreas agrarias, la
crecida de 2003, con 2.830 m3/s, inundó 25.000 hectáreas agrarias (la fotografía
aérea que se tomó lo demuestra) y la crecida de 2013, con alrededor de 2.000
m3/s en Zaragoza (no hay datos oficiales), ha inundado algo menos de 9.000 hectáreas.
Creo que las cifras no pueden ser más claras.
El debate es muy didáctico. Seguiremos investigando…
Datos, argumentos contundentes. Pero por desgracia la opinión, los informes de quiénes se han dejado y se dejan las cejas en el estudio de las dinámicas fluviales, la ecología u otras especialidades se quedan ahí. Falta por supuesto información, sensibilización a una gran capa de la sociedad. Solo con eso podremos actuar de forma clara y eficaz para tener ríos vivos y diría, ríos comprendidos. Una alegría conocer de este blog. Un cordial saludo
ResponderEliminar