Pero todos los ríos que en los últimos meses hemos tenido
esta gran suerte de vivir una crecida estamos sufriendo ahora las típicas
chapuzas de los que dicen que tienen competencias sobre nosotros, y aquí
estamos con las máquinas dentro del cauce. A mi hermano Ebro que, gracias a sus
crecidas del pasado invierno, este verano casi no tiene algas ni mosca negra, le
han metido máquinas porque dicen que ha colocado las gravas donde no debiera, y
encima resulta que rompió alguna defensa, de esas que tanto molestan
estrechando y no dejando que el río se regule él solo con toda su sabiduría de
miles y miles de años. A mis hermanos pirenaicos que se desbordaron en junio (y
qué culpa tienen de que hayan llenado de edificios sus espacios de inundación) les
están haciendo ahora de todo: máquinas arriba y abajo, gravas y bloques que
quitan de aquí y recolocan allá, desvíos, ampliaciones de la capacidad de
desagüe, en fin, de risa, como si los ríos no supiéramos por dónde tenemos que ir.
Y en Castiello de Jaca, donde habían chapuceado hace unos meses, esta nueva crecida
aunque más pequeña se filtró y encharcó las casas y casi vuelve por donde
debiera. Me cuentan que todas estas chapuzas están gustando mucho a residentes
y veraneantes, que comentan “ya era hora de que lo limpiaran”, “mira, mira,
pues con esto se está generando empleo”. Claro, es muy visual, lo cual encanta
también a los políticos. Qué le vamos a hacer, los humanos de estas tierras saben muy poco de
lo que es un río y están encantados con todo este chapuceo, aunque se financie
con el dinero de todos. Creo que en Francia pasa menos, allí en los mismos días
de junio se desbordaron también los ríos pirenaicos, incluso quedaron varias
carreteras cortadas que aún no han podido reparar, están en ello y tienen para
meses. Pero allí el dinero público ha ido a arreglar las carreteras y no a
meter máquinas en el cauce para chapucear.
En fin, vamos a disfrutar ahora de los estiajes (son mis
vacaciones, trabajo menos, aunque estoy de guardia por si tengo que evacuar
alguna tormenta) y a esperar a la siguiente crecida que nos volverá a dar vida
y al siguiente chapuceo posterior, porque estos no cambian.
Termino con un aviso a los investigadores en geomorfología
fluvial del futuro (si quedan ríos dentro de 200 años y si quedan geomorfólogos
fluviales): no os volváis locos analizando los depósitos de sedimentos, veréis
que hay huellas de crecida junto con restos raros de materiales removidos colocados
en sitios extraños, no fue el río el que lo hizo sino los chapuceros que vinieron
con las máquinas unos días después de la crecida; observad que encima hay una
nueva capa que muestra que el río dejó cada cosa en su sitio, hasta que volvieron
de nuevo estos chapuceros; y además de estudiar los registros sedimentarios leed
blogs como este, que intentaban contar lo mal que se trataban los ríos por los
humanos a comienzos del siglo XXI.
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