lunes, 23 de abril de 2018

SEGUIMOS CON LA CRECIDA

En próximos posts explicaré con más detalle las cuestiones que se han ido planteando en los últimos comentarios. Muchas gracias por leer este blog. En este momento contabilizo 3.655 visitas al último post “Desconocimiento fluvial” y 43.043 al “best-seller” ¿Por qué NO hay que limpiar los ríos?”, que es de hace ya 5 años pero se está volviendo a leer con interés, y no solo a orillas del Ebro.

Unos días después de la crecida lo que más me ha llamado la atención son las propuestas contrapuestas del Gobierno de Aragón y de la Confederación Hidrográfica del Ebro. 

El Gobierno autonómico quiere tirar la casa por la ventana (con apoyo estatal) y habla de 80 millones para dragar el Ebro. He oído a tertulianos que dicen que puede ser una buena inversión, ya que en 3 años se amortizaría, lo cual, sinceramente, me ha producido risa y sonrojo. Vamos a ver: dragar es inútil y por tanto hay que dragar todos los años o incluso varias veces al año, porque todos los años se superan durante bastantes días los caudales mínimos para mover los sedimentos y rellenar los huecos. O sea, 80 millones de euros cada año para no evitar (porque no las van a evitar, porque en las primeras horas de la crecida los huecos, o las islas que quitaran, ya están rellenados) pérdidas de 25 millones cada 3 años. En 10 años 800 millones invertidos más 75 millones de pérdidas no evitadas de las 3 posibles crecidas ¿Esto es rentable? ¿En qué cabeza cabe? Como dije en el post anterior, sería un error mayúsculo que pasaría a la historia.

Mientras la CHE, demostrando el alto nivel de sus técnicos, y en palabras de su presidente, reconoce que dragar no es la solución y la descarta como medida. Esto es coherente con los resultados de sus trabajos hidrológicos y con lo expuesto en el plan de gestión del riesgo de inundación aprobado en Europa. Apoyo totalmente la postura de la CHE, que demuestra verdadero conocimiento del río.

Los técnicos del servicio de Hidrología de la CHE han estudiado a fondo los caudales de las últimas crecidas, con metodologías cada vez más exactas en la medición, y han revisado y modificado los datos de las mismas en los últimos 20 años. El resultado es coherente y confirma cuatro aspectos fundamentales: 

1) Que las últimas crecidas de 2003, 2015 y 2018 han sido todas ellas extraordinarias (debo rectificar, por tanto, lo que expresé hace dos posts, cuando señalé que la crecida de 2018 ha sido ordinaria, me basé en unos cálculos comparativos que quedan totalmente modificados con las cifras revisadas de las crecidas anteriores; por ejemplo, calculé un periodo de retorno de 3 años que, al cambiar los datos de las crecidas anteriores, pasa a ser de 8 años); 

2) Que las crecidas antiguas estaban claramente sobredimensionadas, como ya sospechábamos (aquí no se aventuran aún a corregir datos, pero muy probablemente la crecida de enero de 1961 no pasó de 3.500 m3/s en Zaragoza, en vez de los 4.130 m3/s que se midieron entonces); 

3) Que por tanto es falso el bulo (eternamente reiterado por los demandantes de limpiezas y dragados) de que ahora con menos caudales hay más inundaciones, por la sencilla razón de que los caudales de las 3 últimas crecidas no son menores sino similares e incluso en algunos casos mayores que los de las crecidas antiguas.

4) Que no ha habido un relleno del cauce por sedimentos y si lo ha habido no ha influido de ninguna manera en incrementar los procesos de inundación. De esto seguiré hablando en próximos posts.

Coloco a continuación los nuevos datos aportados por la CHE, procedentes de una comunicación oficial que sus técnicos nos pasaron la semana pasada.


miércoles, 18 de abril de 2018

DESCONOCIMIENTO FLUVIAL

Por muy virales que se hayan hecho, las declaraciones de un alcalde ribereño tras la crecida del Ebro se basan en tres afirmaciones erróneas: que “en las últimas crecidas se están produciendo más inundaciones”, falso, que estas inundaciones se deben a que “el cauce no está limpio”, falso, y que “antes no había inundaciones porque se extraían gravas para la construcción”, falso. Me sorprende que los ribereños sigan con este mantra cuando toda la historia demuestra que esas tres afirmaciones son rotundamente falsas: siempre ha habido inundaciones (en todo caso afectan más a unos pueblos o a otros en función de dónde se rompen las motas), el cauce se está encajando en más puntos que en los que hay acumulaciones (lo comprobamos de forma fehaciente en trabajos de campo), y antiguamente se extraían gravas del río y el río se desbordaba igual, y lo hacía con la misma frecuencia que ahora. No hay más que consultar los archivos de la Confederación o las hemerotecas.

Me llama la atención también la alegría con la que las periodistas del programa televisivo se tragaron el ejemplo del vaso de agua lleno de piedras. Los niños de primaria comprenden que en un río hay corriente y por tanto las gravas se movilizan y desplazan, cosa que no ocurre en un vaso. La visión estática del río frente a la realidad dinámica es una prueba más del enorme desconocimiento del funcionamiento fluvial de esta sociedad, que ha aplaudido hasta con las orejas estas ocurrencias televisivas.

Hoy, llevado por un “clamor popular” según sus declaraciones, el presidente de Aragón ha pedido al del Estado una millonada para limpiar (dragar) el Ebro. Por mucho clamor popular, por muchos retweets, por muchos comentarios anónimos en el Heraldo que reciban, el alcalde ribereño y el presidente aragonés se equivocan profundamente.

Dragar (limpiar) nunca fue una solución. Los dragados de los últimos años en Gallur o Cabañas o  los sucesivos urbanos en Zaragoza solo sirvieron para tirar el dinero. Ha quedado demostrado de sobra en las crecidas siguientes, que se han desbordado igual que si no se hubiera dragado.

Existen numerosos trabajos científicos que demuestran la inutilidad de los dragados en ríos como el Ebro. En una famosa entrada de este blog ya expliqué por qué el 25 de enero de 2013: “PORQUÉ NO HAY QUE LIMPIAR LOS RÍOS”. Esta entrada ha recibido hasta la fecha 42.580 visitas, ha sido reproducida en numerosos blogs y revistas y ha sido citada en varios artículos científicos de impacto. Se ahondaba el tema en otras entradas, como por ejemplo en “SÍSIFO Y LOS SUMIDEROS DE ÁRIDOS” de septiembre de 2013 o en la “NOTA DEL CIREF CONTRA EL DECRETAZO PARA DRAGAR EL EBRO” del 10 de marzo de 2015. Creo que es el tema que más he tratado en este blog.


Así que no voy a volver a repetirlo. Espero que el Gobierno de Aragón no haga el ridículo tirando el dinero de todos empecinándose en una medida que, por popular que sea y al margen de su impacto ambiental, es inútil. El río una vez más lo demostrará. Que los responsables públicos cuiden de verdad a los afectados con medidas inteligentes y efectivas como la ordenación del territorio, que saben de sobra que son las adecuadas. Los afectados no se merecen medidas inadecuadas como los dragados, que solo repiten errores del pasado.

domingo, 15 de abril de 2018

2018: LA CRECIDA DE LA REPÚBLICA


Nueve meses después, aprovecho una crecida ordinaria del Ebro para volver de mi silencio. Hablar de ríos me parece incluso frívolo cuando tendríamos que estar protestando y luchando contra la involución democrática, contra tantos ladrones y sinvergüenzas, contra los másteres falsos, contra los delirios de algunos jueces, contra los medios que callan, contra los que desprecian la educación pública y la investigación, contra los que obstaculizan cada día más nuestros derechos a decidir y a expresarnos libremente.

Cuidado, quizás estoy hablando más de la cuenta. Voy a volver a centrarme en los ríos. Y hoy toca hablar de la crecida del Ebro. Es ordinaria, unos 3 años de periodo de retorno, normalita, extraordinariamente buena para limpiar el río, dinamizarlo, renovarlo. Esta vez no he podido ni he querido intervenir en los medios, la he seguido desde la barrera. Y estoy contento porque he visto prudencia y racionalidad, incluso en las declaraciones de los más radicales. Creo que se ha dado un paso a mejor desde la crecida de 2015.

La crecida parecía que venía extraordinaria. Mejor, porque así se ha prevenido y se ha actuado muy bien, con anticipación, desalojando con tiempo a los ancianos de Monzalbarba, a las urbanizaciones y construcciones alegales y a los animales de todas las granjas, todo lo que falló en 2015. Muy oportuna también la suspensión de diferentes actividades en Zaragoza, muy buena gestión en general. Habrá problemas con el freático alto en edificios concretos, pero es inevitable, nos hemos metido en el río y tenemos que apechugar.

Los recintos de inundación y las motas retranqueadas han funcionado muy bien en la Ribera Alta y se ha producido una laminación considerable entre Castejón y Zaragoza. No así aguas abajo de la ciudad, donde probablemente habrá daños mayores. Es hora ya de que la Reserva natural de los Galachos se convierta en la gran esponja de la Ribera Baja. Hay que eliminar las motas de este espacio protegido y convertirlo por fin en lo que justificó su declaración: un espacio para la dinámica fluvial.

Los medios están dedicando mucha información, como siempre. Me sorprende que un evento tan frecuente y tan normal en la vida del río y de los ribereños siga siendo tan mediático. Eso sí, como hay pocos daños, no está habiendo tanto dramatismo en las crónicas. Pero ningún medio habla de los beneficios de la crecida, eso nunca. La idea general es, como siempre, de “mala noticia”, cuando tendría que ser todo lo contrario. La sociedad no ve todo lo bueno que nos trae la crecida, antes se solidariza con los esta vez pocos afectados. En fin, siempre fue así y siempre será así. Lo mismo que la fiesta de los zaragozanos asomándose a las orillas. Nunca tanta gente en el río como hoy.


La crecida del Ebro de 2018 ha venido para celebrar el día de la República, 14 de abril. Ha venido para reivindicar la memoria histórica de tantos asesinados, un olvido que tampoco podemos permitir. Por cierto, el título del post quiere tener doble sentido.