viernes, 23 de octubre de 2020

LA RAMBLA-CARRETERA DE CORBATÓN

El pasado 14 de agosto una fuerte tormenta generó la crecida de la rambla de Corbatón (Teruel). La rambla destruyó, lógicamente, el tramo de hormigón en el que rambla y carretera coinciden. En realidad no es que coincidan, es que la rambla ha sido ocupada íntegramente por la carretera, la rambla es la carretera y la carretera es la rambla a lo largo de unos 600 metros, recorriendo un desfiladero. Es la TE-11 que une Corbatón con Alpeñés.

Los medios locales se hicieron eco de la noticia y la Diputación Provincial anunció de inmediato que repararía la carretera. En septiembre se realizaron las obras. En las diferentes comunicaciones, tanto de la administración como de los medios, me ha llamado la atención la total falta de respeto por la rambla y por su dinámica de crecidas, el que no se haya cuestionado en ningún sitio la inconveniencia de que una carretera circule por ahí y, en consecuencia, que nadie haya propuesto que su busquen alternativas. 

En el siglo XXI consolidar una situación de riesgo como esta es totalmente impresentable y demuestra el nivel de nuestra gestión territorial. He visitado la rambla el 21 de octubre y he estimado que el 14 de agosto circuló un caudal de 60 m3/s. En el punto crítico más estrecho de ese tramo de 600 m el agua alcanzó sin duda los 2 metros de altura, hay restos de la crecida que lo demuestran, y depositó al menos un espesor de 40 cm de sedimentos. La corriente debió de ser impresionante, teniendo en cuenta que la pendiente es del 3,5%, y habría arrastrado, hundido y empotrado vehículos si hubieran circulado en ese momento. 

Y no es la primera vez ni será la última.

Es una enorme irresponsabilidad mantener una carretera ahí. Espero que alguien de la administración sea capaz de llamar la atención y tomar decisiones para evitar catástrofes en el futuro. No voy a entrar ahora, aunque también debería, en la destrucción total de un cauce fluvial interesante y valioso: una rambla ibérica atravesando una alineación de calizas jurásicas en una estrecha hoz.

Quede aquí la denuncia y las fotos. Las realizadas inmediatamente después de la riada son del geógrafo Daniel Mora. Las del pasado 19 de octubre, con la carretera arreglada y ya en uso, son mías.


La rambla en la fotografía aérea de 1956, antes de que se instalara la carretera.


Imagen aérea actual, pero anterior a la crecida del 14 de agosto, de la carretera-rambla (Google Earth, 2019)

Imágenes inmediatamente posteriores la crecida del 14/08/2020





Sedimentos en parte exhumados y movilizados bajo las placas de hormigón arrancadas y en parte traídos por la crecida.


A partir de aquí imágenes con la carretera ya arreglada. Punto en el que la rambla, que viene por la derecha, penetra en el desfiladero totalmente ocupado por la carretera (19/10/2020)


Restos de la crecida señalan en este punto que el agua alcanzó 2 metros de altura en el evento de agosto. Con una pendiente de 3,5% y una sección de 8 m2 (4 m x 2 m) se puede estimar un caudal de crecida (fórmula de Manning) de 60 m3/s. En este punto el espesor de sedimento acumulado en fondo del lecho alcanzó 40 cm. Foto 19/10/2020.



Detalle de la acumulación sedimentaria propia de la crecida en este punto que ha habido que retirar para reconstruir la carretera. 
Foto 19/10/2020.


Foto 19/10/2020.

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